La construcción de la Iglesia de San Salvador comenzó probablemente en 1093 (era de 1131, s. XII), fecha grabada en un sillar del ábside con el monograma de Cristo. La importancia de esta iglesia se debe a que, a pesar de su antigüedad, contiene ya todos los elementos del románico segoviano, del cual es claro precedente. Lo más notable del exterior es el ábside, compartimentado a través de medias columnas adosadas junto con un pórtico dispuesto al sur. En el pórtico se alternan pilares y columnas, éstas coronadas por capiteles en forma de cono invertido. Cuenta además con una torre cuadrada separada del edificio, con dos órdenes de dobles ventanas que iluminan espacios cubiertos con bóvedas esquifadas. Del interior debemos destacar su única nave, dividida en tres tramos separados por arcos perpiaños que descansan sobre pilastras, y ábside semicircular cubierto con una bóveda de cuarto de esfera. En la decoración de sus capiteles destacan los de tema vegetal junto con los entrelazos y las figuras humanas. Fuera de lo románico, lo más interesante son las laudas sepulcrales y los altares, de un barroco tardío.